22.2.10

Una elección incómoda

Talín Suciyán
Traducción de Vartán Matiossián
La autora es una joven periodista armenia de Estambul que escribe en la prensa turca, además de haber dirigido tres películas documentales y haber traducido al turco una novela de Vahé Berberián ("En nombre del padre y del hijo"). Vivió en Armenia entre 2007 y 2009. Actualmente reside en Munich, donde cursa sus estudios de doctorado. Este escrito es el tercero en una serie, cuyas dos primeras partes aparecieron en los semanarios "Taraf" ("¿Quién es la Diáspora?", 20 de octubre de 2009, hay traducción al armenio en Internet) y "Agós" ("Espejito, espejito, dime de dónde soy", 6 de noviembre de 2009). Este texto se publicó en el número especial de "The Armenian Weekly" (Boston) de enero de 2010. Mientras que en los anteriores se criticaba a "Taraf" por equiparar a la Diáspora con un líder ultranacionalista turco, y se proponía una reevaluación de la identidad armenia en Turquía, el presente ensaya un análisis de las relaciones entre Armenia y la Diáspora a la luz de lo sucedido en el pasado año.
No sería erróneo decir que este año hemos sido testigos de una serie de acontecimientos políticos inesperados entre Armenia y Turquía que impactaron a todos los armenios alrededor del mundo y abrieron camino para hechos políticos y sociales impredecibles.
Cuando estuve en Armenia en marzo, analistas políticos y periodistas me decían que la frontera entre Armenia y Turquia se abriría pronto. Honestamente, la suposición me sorprendió bastante, porque no había debate público en Turquía sobre el tema en ese momento. Sin embargo, desde la segunda mitad de marzo se produjo una serie de acontecimientos inesperados en el proceso que condujo a la firma de los protocolos en octubre.
La presidencia de Barack Obama en los EE.UU., su visita a Turquía en marzo, su declaración con respecto al Genocidio Armenio (que sus ideas estaban registradas y que no las había cambiado), su discurso en la Asamblea Nacional; todo pasó a la historia de Turquia como pasos importantes.
Despues de 18 años de incomunicación con la vecina Armenia independiente, Turquía fue probablemente forzada a reaccionar ante las iniciativas de Armenia de establecer relaciones entre los dos paises. Aun así, la reacción de Turquía parece resultado de un cambio regional en las relaciones de poder y no de una voluntad genuina. Hasta hoy, las autoridades de Turquía siguen empezando sus oraciones con "Pero Karabagh..." para ganar tiempo y no cosechar más que dudas. A pesar de que los protocolos están lejos de ser satisfactorios, todavía tienen el potencial para ser los primeros pasos en el establecimiento de relaciones de vecindad y crear un cambio en el paradigma.
El año pasado [2008] se echó al ruedo la desagradable suposición sobre las raíces armenias del presidente Abdullah Gul, quien, desgraciadamente, se sintió obligado a probar los orígenes turcos de su madre. Este incidente, uno entre muchos, muestra que la firma de los protocolos no significa nada más que un simple inicio. Hay un largo camino para recorrer y este proceso requiere un montón de esfuerzo. No obstante, quien haya seguido el estado de las relaciones armenio-turcas tiene el derecho de dudar de la sinceridad del proceso sobre la base de experiencias previas.
Para decir la verdad, para mí los protocolos son importantes si conducen a la apertura de la frontera con Armenia y el establecimiento de relaciones diplomáticas. De otra manera, los acontecimientos del pasado año no serán otra cosa que show-business. Por supuesto, "fundar una comisión para discutir temas históricos", "no tomar iniciativas que dañen buenas relaciones de vecindad" y otros puntos similares incluidos en los protocolos serán difíciles de afrontar para estados y pueblos que tienen un tema tan complejo como Turquía y Armenia.
Sin embargo, estos protocolos no pertenecen solamente a dos estados; también son los protocolos de todos los armenios. Las autoridades armenias debieran advertir el hecho de que los armenios de la Diaspora tambien tienen algo que decir en ellos. Por lo tanto, cuando el presidente Serge Sarkisián hizo su gira por la Diáspora inmediatamente antes de la firma de los protocolos y dijo algo así como "Vine a convencerlos de la importancia de estos protocolos", fue recibido con ira por la mayoría de las comunidades diaspóricas. Sarkisián fue acompañado por la ministra de la Diáspora, Hranush Hakobyán (quien parece tener un conocimiento y una comprensión bastante limitadas de la Diáspora), y Arkadi Ghukasyán, el ex presidente de Karabagh (quien continúa su carrera política en Armenia como uno de los consejeros de Sarkisián). Incluso estas elecciones de Sarkisián revelan su visión de la Diáspora. Sarkisián preside Armenia bajo una pesada carga de desconfianza y defectos. Pero merced a su carácter pragmático, ha aprendido un montón durante su presidencia. Después de una gira mundial casi contraproducente, que sólo aparejó fuertes reacciones negativas, deseo de todo corazón que Sarkisián haya aprendido que ésta no es la manera de establecer relaciones con la Diáspora, y espero ver la oferta de algunos nuevos métodos.
Inmediatamente después de que las manifestaciones se produjeran en Beirut, Paris y los EE.UU., fue muy interesante leer un articulo en Hetq.am, un boletin en línea de Ereván, titulado “Who Is the Diaspora?” Obviamente, aquí hay un tema que no se ha tratado: los armenios de la Diáspora y de Armenia no se conocen bien, si es que se conocen.
Los gobiernos armenios han seguido una política activa basada en el reconocimiento del genocidio, al considerar que el tema es un buen terreno para desarrollar relaciones con comunidades diaspóricas. Con eso, Armenia circunscribió a las comunidades diaspóricas a este tema y las dejó fuera de la escena socio-política de Armenia. La mayoría de los armenios que viven en Armenia ve a los armenios de la Diáspora como "gente que habla ese lindo idioma, pero que no 'nos' conoce". El gobierno armenio, por el otro lado, produce consignas como "Meg azk, meg mëshagúyt” (Una nación, una cultura) con el objetivo de crear “un tipo de armenio” dentro y fuera del pais, para el apoyo monetario de campañas y para traer a jóvenes de la Diáspora a Armenia por un par de meses como voluntarios y hacer tareas de beneficencia. Pero todo esto no significa establecer relaciones con la Diáspora. No sé qué significa ser "una nación", pero sé que desde 1915, si no antes, los armenios tenían perfiles bastante diferentes.
Hoy, decir “Una nación, una cultura” podría sonar bien para algunos armenios de la Diáspora que nunca han estado en Armenia o solamente en breves visitas turísticas. Esta consigna puede crear un sentimiento sintético de identificación, pero su efecto no puede ser más que ése... Por supuesto, esta consigna se formula de una manera que asegure que nada más suceda. Imaginen qué sucedería si hoy, de repente, dos millones de diaspóricos emigraran a Armenia. Armenia no ha sido capaz ni siquiera de encontrar una manera de tratar los problemas sociales que surgieron después de que los armenios fueron a vivir a Armenia tras la independencia. Leer los resultados de la encuesta de Anahit Mkrtchyán sobre el conflicto latente y de medio rango entre locales y diaspóricos puede explicar mejor la situación (“Creating Democratic Armenia Together: The Problem of Adaptation for Diasporan Armenians in Armenian Society”). Para abreviar, lo que sucedió este año reveló la verdadera profundidad del abismo entre Armenia y la Diáspora.
De igual manera, no hay que olvidar la apatía —con muy escasas excepciones— de los armenios de la Diáspora después de la sangrienta represión poselectoral del 1° de marzo de 2008. CNN Armenia censuró las imágenes de los choques entre los manifestantes y la policía que fueran emitidas por CNN Internacional. Ese día se declaró el primer estado de sitio en la historia de Armenia. Los medios fueron censurados severamente, diez personas perdieron la vida y más de doscientas fueron heridas. Si los diaspóricos hubieran mostrado adecuadamente su reacción bajo la forma de iniciativas civiles e instituciones a partir de ese día, la actual administración armenia hubiera comprendido mejor la clase de "una nación" con la que deben tratar. Por lo tanto, los individuos y las organizaciones en la Diáspora tienen que revisar sus actitudes, analizar críticamente hacia qué y cómo reaccionan, y entender qué significa su silencio.
Que Levón Ter-Petrossián le pueda desagradar a uno no justifica permanecer en silencio en una situacion del tipo 1° de marzo. Si los diaspóricos intentan tener una palabra en el destino de Armenia, deben reaccionar apropiadamente en cada encrucijada histórica que enfrente el país. El 1° de marzo fue definitivamente una de ellas, pero los armenios de la Diáspora estuvieron ausentes.
Volviendo a los protocolos, puede suponerse que la mayoría de los grupos de oposición en Armenia tuvieron la misma reacción que la Diáspora, y que por lo tanto no hay diferencia entre armenios en Armenia y en la Diáspora, al menos en este punto. Sin embargo, quien haya seguido los recientes acontecimientos políticos en Armenia sabe que estas reacciones negativas tenían mucho que ver con la política interna del pais: el Partido "Herencia" atravesó una crisis interna, el Congreso Nacional Armenio fue incapaz de ofrecer una alternativa real como fuerza de oposición, algunos de los partidos unidos bajo el paraguas del CNA no deseaban continuar su vida política bajo ese techo, y en tal atmósfera, la Federación Revolucionaria Armenia volvió a la oposición después de ser socios de la coalición durante los últimos 10 años. En la crisis de la oposicion en Armenia, el Tashnagtsutiún continúa su política bien conocida usando las mismas herramientas, una política que probó ser obsoleta hace mucho tiempo...
Indudablemente, la normalización de las relaciones armenio-turcas es un tema importante de la política exterior de Armenia. Pero Karabagh y los principios de Madrid son aún más importantes que eso. Sobre todo, la democratización de Armenia es mucho más importante. O si Armenia será capaz de ofrecer una vida honorable para sus ciudadanos —y para los armenios de la Diáspora—es mucho más importante...
Una estación de radio de Ereván, “Azatutiún,” recientemente difundió una entrevista en la que el locutor habló del resultado de una encuesta sobre la caída de la tasa de natalidad. Dijo que la baja en los nacimientos puede convertirse en un tema de "seguridad nacional" en el largo plazo, porque no habría suficientes recursos humanos para el servicio militar. Hranush Jaratián, etnóloga y figura destacada en la política armenia, dijo: "La caída en la tasa de natalidad no es una razón de 'seguridad naciona' sólo porque no habría suficientes recursos humanos para el ejército, sino que es un tema crucial porque aquí radica la clave de que si queremos seguir viviendo como armenios en esta geografía o no". Imagino que el comentario de Jaratián fue tanto un llamado como una fuerte crítica para todos los armenios.
¿En qué clase de país quisieran vivir los armenios? ¿En qué identidad se sienten más cómodos? ¿Se ven los armenios de la Diáspora como parte del destino de Armenia? Si esto es afirmativo, ¿qué clase de mecanismos necesitan para representar sus opiniones y sus voces? ¿Y cuáles son las diferentes maneras de establecer relaciones con el pueblo de Armenia? ¿Cuáles son los pasos que el gobierno de Armenia debiera seguir para desarrollar relaciones efectivas con las comunidades de la Diáspora? Sin hallar respuestas a estas y muchas otras preguntas, ninguna decisión hará feliz a la mayoría de los armenios, incluyendo las que se refieran a las relaciones con Turquía.

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