11.4.11

F.R.A.: reflexiones y refracciones, 1988-2010

Kourkén Sarkissián
Traducción y notas de Vartán Matiossián

En noviembre de 2010, el Comité Central de la Costa Este de los Estados Unidos de la Federación Revolucionaria Armenia (F.R.A.) organizó en Nueva York un foro público titulado “La F.R.A. a los 120 años: una apreciación crítica”, con la participación de los historiadores Dennis Papazián y Ará Sanjián, el economista David Grigorián y el presidente del Instituto Zoryán, K. M. Kourkén (“Greg”) Sarkissián. Los textos de los cuatro panelistas y los comentarios de Antranig Kasbarián, presidente del Comité Central, aparecieron publicados en el número del 19 de marzo de 2011 de “The Armenian Weekly”. Ofrecemos a continuación la traducción de la presentación de Sarkissián e insertamos, en bastardilla, los comentarios de Kasbarián.

Señoras y señores:
Como he sido invitado en mi carácter de presidente del Instituto Zoryán, permítanme comenzar con unas palabras acerca del instituto. Fue fundado en 1982 por un pequeño grupo de armenios absorbidos por cuestiones acerca de su historia, identidad y futuro como nación. Llegaron a la conclusión de que existía la necesidad crucial de un lugar para pensar críticamente acerca de la realidad armenia. Intelectuales, estudiosos y la comunidad en general plantearían preguntas sustanciales sobre historia e identidad armenia contemporánea, y ayudarían a desarrollar nuevas perspectivas sobre temas vitales. Sus objetivos primarios serían, para el pueblo armenio, expresar su historia en su propia voz; comprender las fuerzas y factores que delimitan la realidad armenia hoy, y al hacerlo, comprometer a la comunidad en un discurso de nivel superior, sin afirmar la posesión de todas las respuestas.
Desde esta perspectiva, intentaré reflexionar sobre el rol de la F.R.A. en la Diáspora y en Armenia en los pasados 22 años, desde el comienzo del movimiento por Karabagh. Debido a limitaciones de tiempo, presentaré un análisis abreviado y usaré ejemplos seleccionados. Espero que podamos ir a mayores detalles durante la sección de preguntas y respuestas.
Para comenzar, daré unos antecedentes de mis experiencias con la F.R.A. Asistí a escuelas de la F.R.A., donde aprendimos no sólo sobre historia y geografía armenia, matemática y ciencias, sino también leímos las memorias de Rubén(1), “Zartonk”(2), y sobre las vidas de Kristapor, Simón Zavarián, Stepán Zoryán(3), y lo que su obra significó para la nación.
Como parte de nuestra educación, aprendimos del voluminoso “Hayastaní Hanrabedutiún” de Simón Vratzián(4), el último primer ministro de la república armenia, cómo se estableció la primera república, el espíritu en el que se desarrolló la constitución, los desafíos que el joven país afrontó, la importancia de la democracia y la participación de otros partidos políticos, la mujer y las minorías en el Parlamento armenio. El genocidio y la demanda por su afirmación y justicia atravesaron nuestra educación. Una Armenia libre, independiente y unida fue igualmente enfatizada. La F.R.A. tuvo éxito en adoctrinar la juventud con la importancia del compromiso civil y la inspiración de la literatura a la que acabo de referirme.
En la Diáspora, la F.R.A. era visible en todos los aspectos de la sociedad armenia, en las esferas social, política, económica, religiosa, cultural y educacional, y, por último aunque no menos importante, deportiva. Ellas crearon un sentido de comunidad a través de sus centros, proveyeron un lugar para todos, desde los jóvenes hasta los ancianos, y promovieron la historia y la identidad armenias.
Cuando vine a los Estados Unidos para mi educación universitaria, viví en California, donde trabajé como traductor voluntario para el diario “Asbarez”(5). Como estudiante universitario que vivía en los EE.UU. en la década de 1970, me enfrenté inexorablemente con la discordia sobre la guerra en Vietnam. Supimos cómo el gobierno tergiversaba al pueblo lo que sucedía en la guerra. La juventud comenzó a cuestionar la autoridad y la legitimidad del gobierno y sus organismos. Una verdadera revolución social se estaba produciendo. Naturalmente, la juventud armenia también comenzó a cuestionar la autoridad de sus propios líderes, fueran de la Iglesia o de los partidos políticos. Por desgracia, pronto se hizo evidente que estas instituciones tradicionales estaban dedicadas a mantener el status quo. Mientras había crecido con los ideales y principios de una organización que iba a ser descentralizada y gobernada desde abajo hacia arriba, finalmente me di cuenta de que la F.R.A. se había vuelto altamente centralizada y se manejaba de arriba hacia abajo. Además, había desarrollado una actitud institucional hacia individuos y otras organizaciones que podría resumirse en “si no estás conmigo, estás en contra mio”. El hecho de que la F.R.A se hubiera desviado de sus principios originales condujo a grandes desengaños y desilusiones, no sólo para mí, sino para otros.
Con este trasfondo, vayamos a acontecimientos que tomaron a todos por sorpresa y desembocaron en importantes oportunidades que la F.R.A. y casi todas las organizaciones de la Diáspora armenia desaprovecharon. A mediados de la década de 1980, Mikhail Gorbachov anunció nuevas políticas de perestroika (reestructuración) y glasnost (apertura). El alivio de la censura y los intentos de crear mayor apertura política tuvieron el efecto no deseado de volver a despertar sentimientos nacionalistas suprimidos en las repúblicas soviéticas. El movimiento por Karabagh fue uno de los primeros esfuerzos de un pueblo soviético para probar estas nuevas políticas.
El 20 de febrero de 1988, Alto Karabagh, consciente del despoblamiento completo de armenios de Najicheván y la tendencia similar en Karabagh debido a las políticas de los gobernantes de Azerbaiyán, aprobó una resolución que llamaba a la unificación con la R.S.S. Armenia. Las protestas pronto desembocaron en un movimiento de masas enormemente popular, con una estimación de un millón de personas que llenaron las calles de Ereván durante la última semana de febrero para escuchar discursos y gritar “¡Gha-ra-bagh! ¡Gha-ra-bagh!” Las protestas pacíficas en Ereván en apoyo de los armenios de Karabagh fueron contestadas con pogromos anti-armenios en la ciudad azerbaiyana de Sumgait.
La incapacidad de Gorbachov de solucionar los problemas armenios creó insatisfacción y sólo alimentó un creciente hambre de independencia entre los armenios. Pronto comenzaron choques entre las fuerzas soviéticas de Seguridad Interior (MVD) con sede en Ereván y los armenios que decidieron conmemorar el establecimiento de la república de Armenia de 1918. La violencia resultó en la muerte de cinco armenios. Testigos de los hechos afirmaron que el MVD había empleado fuerza excesiva y que había instigado la refriega. Hubieron nuevos incidentes armados entre armenios y tropas soviéticas en Sovetashén, cerca de la capital, y resultaron en la muerte de unas 26 personas, mayormente armenios. Las acciones de esta gente que reaccionaba al glasnost emanaban, en la práctica, de un derecho afirmado desde abajo, una filosofía que la F.R.A. había enseñado en sus instituciones.
Fue sorprendente, entonces, que la respuesta de la F.R.A. a este movimiento fuera la publicación de una declaración conjunta con los partidos Henchakián y Ramgavar que, a la vez que afirmaba su apoyo para reunificar Karabagh con Armenia Soviética, concluía como sigue:
“Nosotros […] hacemos un llamado a nuestros valientes hermanos en Armenia y Karabagh a abstenerse de actos extremos como paros laborales, huelgas estudiantiles, y algunas proclamas y expresiones que alteran la ley y el orden en la vida pública de la patria y someten la vida económica, productiva, educativa y cultural a graves péridas, que [perjudican seriamente] la posición de nuestra nación en sus relaciones con los organismos soviéticos superiores y otras repúblicas soviéticas.”
Naturalmente, al venir especialmente de la F.R.A, que personificaba el movimiento de liberación nacional, esto no fue bien recibido por la gente en Armenia y Karabagh, ni por los líderes del movimiento por Karabagh. Esto fue especialmente cierto después de los pogromos contra los armenios en Sumgait, Kirovabad y Bakú. Algunos en la F.R.A. sintieron que este llamado a no alterar el status quo era una traición a los ideales revolucionarios del partido y su principio de luchar por la libertad y la independencia. Otros fueron al extremo de acusar a la F.R.A. de no querer el éxito de un movimiento sobre el cual el partido mismo no tenía control.
La gente comenzó a cuestionar el rol que los partidos políticos diaspóricos podían asumir en una Armenia independencia. ¿Cuál debería ser el rol de un partido con bases fuera de Armenia? ¿Podía un partido político diaspórico actuar contra los intereses del gobierno de la patria sin también actuar de manera inadvertida contra los intereses de su pueblo? Mientras que la F.R.A. había llenado a sus partidarios con un espíritu de compromiso y activismo, al demostrar su aversión al cambio y su apoyo al status quo sacudió la fe de aquéllos.
Justamente en esta época, nosotros en el Instituto Zoryán tuvimos una experiencia importante con la F.R.A. Algunos de los fundadores y voluntarios iniciales del instituto, como yo, habían crecido en instituciones partidarias, pero habían hecho una decisión consciente de establecer Zoryán como un instituto completamente independiente de cualquiera de las organizaciones comunitarias tradicionales. En marzo de 1988 la dirigencia central del partido en Atenas exigió que sus representantes formaran la mayoría del Consejo de Directores del instituto. Naturalmente, esto no era aceptable para nuestro Consejo, formado por estudiosos, incluyendo no armenios. El partido entonces emitió una orden a todos sus miembros el 1o. de abril de 1988 de cesar su apoyo al Instituto Zoryán bajo amenaza de acciones disciplinarias, incluido el alejamiento del partido. Por fortuna, es un crédito para la nueva dirigencia de la F.R.A. que esta decisión fuera revertida unos 18 años después, y ahora tenemos una cordial cooperación con la F.R.A., al igual que con todas las organizaciones.
Volviendo al movimiento por Karabagh y a la independencia de Armenia, la F.R.A., cortados sus lazos con Armenia, no jugó un rol activo y fue en esencia una observadora externa de los hechos, al igual que la mayoría de las organizaciones diaspóricas. No obstante, desaprobó casi todo lo que hizo la dirigencia de Armenia y el Hayóts Hamazgaín Sharzhum (HHSh)(6). La F.R.A se mantuvo alejada de las celebraciones realizadas en el Parlamento armenio cuando el referendo por la secesión de la Unión Soviética fue aprobado con un abrumador voto positivo. La F.R.A. sintió que tenía el legado, la experiencia política y el derecho de gobernar. Durante las elecciones presidenciales, auguró que, sobre la base de su pasado histórico, el pueblo de Armenia recibiría al partido con brazos abiertos y lo llevaría al poder. Por el contrario, Levón Ter-Petrosián ganó las elecciones con el 83 por ciento de los votos. Esto era lo que podía esperarse. El movimiento por Karabagh era innato en Armenia, entendía a la gente, las bases de poder y la dinámica social y política local.
Desde el principio, la dirigencia de la F.R.A. no vaciló en reprender al gobierno de Armenia por sus acciones. En una entrevista, el presidente de la F.R.A.(7) describió a los gobernantes de Armenia como adolescentes en política internacional en comparación con los 100 años de experiencia política de la F.R.A. Incluso antes de que Armenia declarara su independencia en septiembre de 1991 y Levón Ter-Petrosián fuera elegido presidente en octubre, los órganos oficiales del partido Tashnagtsagán, como “Troshag”, lo vilipendiaron con el peor sarcasmo e insinuaciones en sus páginas.
[Comentario de Antranig Kasbarián: Yo diría que la presentación de Greg Sarkissián es probablemente la más provocativa; ofrece incisivas críticas que a veces dan en el blanco, otras yerran, y en algunos casos cruzan la línea de la crítica al antagonismo. El espacio no me permite responder de manera abarcativa, por lo que me limitare a elegir algunos puntos de importancia particular.
Con respecto a la independencia de Armenia y al movimiento por Karabagh, creo que es bastante necesaria la evaluación del rol de la F.R.A. en el proceso. Sin dudas, la F.R.A. cometió varios errores de juicio garrafales mientras buscaba ser un factor en la vida política de Armenia. Su apuesta por la presidencia contra Levón Ter-Petrosián en 1991, en retrospectiva, debe verse como prematura por lo menos, insensata en el peor de los casos, ya que el partido supuso que el lugar histórico y hasta mítico que ocupaba en los corazones y las mentes de los armenios podría traducirse en resultados en los buzones electorales. Claramente, este no fue el caso: la gente votó sobre la base de numerosas consideraciones, la mayoría de ellas ligadas a sus vidas cotidianas, en las cuales la F.R.A. no era parte aún. E incluso si, como muchos afirman, las elecciones no fueron enteramente libres o justas(8), así y todo la F.R.A. no estaba en posición de cuestionar el fraude electoral, porque no era un factor en los corredores del poder donde se hacían esas decisiones. Claramente, el partido había tratado de hacer arrancar su actividad en Armenia, para darse cuenta luego de que no había pasado por los pasos preparatorios necesarios – construcción de cuadros sólidos, realización de propaganda entre la gente, y mucho más – para convertirse en relevante en un sentido cotidiano.
Dicho esto, pienso que Greg ha dejado afuera algunos de los verdaderos logros de la F.R.A. durante esta fase, principalmente con respecto a Karabagh. Habiendo estado allí durante los años de la guerra, puedo decir con confianza que aquí la F.R.A. se entremezcló con los activistas locales y a menudo ganó a su causa a los mejores y más brillantes cuadros – los Artur Mkrtchyán, Emil Abrahamyán, Georgi Petrosyán y otros -, quien pasaron a liderar un movimiento y eventualmente asumieron las riendas del poder en la emergente República de Alto Karabagh. Prueba de la influencia de la F.R.A. puede encontrarse no solamente en el campo de batalla, donde el partido dio casi 30 comandantes al esfuerzo de guerra, sino en los prolongados y a veces violentos esfuerzos de Ter-Petrosián para sacarlo del poder, usando a Robert Kocharián y Serge Sarkisián como sus herramientas.
También cuestiono los comentarios relativos a la independencia de Armenia y la posición de la F.R.A. con respecto a ella. Sí, la F.R.A. fue la campeona de una Armenia independiente durante largo tiempo y por lo tanto debió haber tenido en cuenta las señales que enviaba al firmar el comunicado conjunto de 1988. Pero es erróneo caracterizar este movimiento como herejía o como totalmente incomprensible. Por el contrario, el movimiento era bastante comprensible cuando se lo ve en el marco de las alternativas políticas disponibles en aquel momento. Específicamente, la F.R.A. seguía la orientación explayada por Igor Muradián –líder temprano del Comité Karabagh antes de ser desplazado por Ter-Petrosián y Vazguén Manukián--, quien advirtió que en el gran esquema, la independencia llegaría tarde o temprano, mientras que la lucha por Karabagh se revelaría como el más intratable de los problemas, que requeriría mayor concentración y sacrificio. En la visión de Muradián, la F.R.A. y varios otros, las maniobras políticas de Armenia tenían que priorizar Karabagh por sobre todo lo demás, significando que se debía evitar una postura de confrontación con Moscú – que todavía mantenía los hilos de la solucion de Karabagh – en cuanto fuera posible. Bajo esta luz, la bajada de nivel de la causa de Armenia como lucha por la independencia tenía sentido. En retrospectiva, por supuesto, parece que Moscú realmente no tenía intenciones de solucionar nuestro problema en la manera que esperábamos, pero por entonces, la opción buscada por la F.R.A. era ciertamente plausible, si no persuasiva, para muchos.
Finalmente, con respecto al Instituto Zoryán, no sé qué decir, excepto que las opiniones de Greg difieren fundamentalmente de las nuestras. Basta decir que el “boicot” de la F.R.A., como fuera, estaba fundado en objeciones que eran reales y basadas en nuestra experiencia de trabajo. Específicamente, hubo muchos entre nosotros durante los finales de 1980 y principios de 1990 que sentimos que el Instituto se había desviado de su misión de investigación y documentación académica y se había convertido en un vehículo para las aspiraciones políticas de su director, Jirair Libaridián, un miembro del partido de alto rango que renunció a la F.R.A. y luego dejó el Instituto para convertirse en un consejero político de Ter-Petrosián. Puedo decir que eventualmente, después de que el Instituto y Libaridián se separaron, ha habido una aproximación gradual que llevó a la normalización de nuestras relaciones con el Instituto].

En realidad, cuando la F.R.A. se registró como partido político en Armenia(9), no se dio tiempo para ganarse la confianza de la gente. Se necesitaba tiempo para integrarse en los centros de poder del país, como el partido, el sector privado en rápido surgimiento, las instituciones culturales y la Iglesia, antes de lanzar un candidato a la presidencia. Por el contrario, la F.R.A. simplemente se basó, una vez más, en su legado histórico, y usó sus palancas desde la Diáspora en términos de recursos financieros y humanos. Para contrarrestar la palanca de la F.R.A., el gobierno de Ter-Petrosián, como hacen siempre los gobiernos, usó otras organizaciones diaspóricas como la U.G.A.B., otros partidos tradicionales y en particular el Armenian Assembly como su vínculo con la Diáspora y contrapeso para la influencia de la F.R.A. en los EE.UU., donde la F.R.A. estaba mejor organizada. Levón Ter-Petrosián incluso designó un protegido del Armenian Assembly, Raffí Hovannisián, como su primer ministro de Relaciones Exteriores por varias razones, incluyendo tratar de reducir la influencia de la F.R.A. en Armenia y la Diáspora.
El presidente Ter-Petrosián fue tan ácido hacia la F.R.A. que en un famoso discurso televisado del 28 de diciembre de 1994 prohibió injustamente al partido, alegando pruebas de una conjura alumbrada por la F.R.A. para efectuar terrorismo contra su administración, poner en peligro la seguridad nacional de Armenia y derrocar el gobierno. No sólo clausuró al partido en Armenia, encarcelando a una cantidad de sus miembros, sino que hizo que la F.R.A. fuera declarada un grupo terrorista en otros países, afectando la libertad de movimiento de los miembros directivos de la F.R.A.
Uno se pregunta qué hubiera pasado si la F.R.A. y el H.H.Sh. hubieran aprovechado la oportunidad para reevaluar el momento histórico y sus roles en esta coyuntura crítica, y ver si podían haber trabajado juntos en vez de atacarse. .
Durante la elección presidencial de 1996, la F.R.A. protestó con fuerza la violencia del gobierno contra la oposición, la golpiza de diputados parlamentarios opositores, la clausura de sedes de partidos opositores y la introducción de tanques y tropas en la capital. Sin embargo, días después de que Robert Kocharián se convirtiera en presidente en 1998, la F.R.A. fue rehabilitada.
Los asesinatos en el parlamento del 27 de octubre de 1999 produjeron una crisis mayúscula en el país. El Partido Republicano y el movimiento Yergrabah, dirigido por Vazkén Sarkisyán(10), quien había sido asesinado, se enfrascaron en una lucha interna autodestructiva. El Partido Popular (el partido de Demirchyán)(11) se dividió. La situación política estaba en confusión. El primer ministro Antranig Markaryán pasó al frente para poner los intereses del país por encima de los de su partido y crear una coalición, ya que el mismo Kocharián no pertenecía a un partido político. En este escenario caótico, la F.R.A., como recién llegada, se convirtió en una alternativa viable, pues llenó un vacío ideológico en el espectro político y ganó fuerza lentamente. El partido afirmó que estaba en la coalición para cambiar el sistema desde adentro y la gente le creyó. La F.R.A. tuvo algunos éxitos iniciales. Estableció su infraestructura como partido político, con oficinas, personal administrativo y político, medios de prensa y actividades de Hai Tad [Causa Armenia], y también comenzó el proceso de mudar la sede de su Buró a Armenia.
La F.R.A. ingresó en el parlamento en 1999 y se unió a la coalición gobernante en 2003. En 2007, nuevamente, sus miembros ocuparon carteras ministeriales, incluyendo Agricultura, Educación y Ciencia, Labor y Asuntos Sociales, y Salud. Estas eran áreas críticas que pudieron haber empleado parte de la palanca que la F.R.A. tiene en la Diáspora para beneficiar a Armenia, pero en el largo plazo se convirtieron en una oportunidad perdida..
En 2008, la F.R.A. integró una coalición con el gobierno de Serge Sarkisián, a pesar del fiasco de la elección presidencial del 1o. de marzo de 2008, cuando hubieron irregularidades en la votación, golpizas, arrestos y estado de emergencia de 20 días que dejaron 10 personas muertas y cientos heridas, y medidas de fuerza contra derechos civiles y políticos durante el año, donde la libertad de reunión y de expresión fueron severamente restringidas, con activistas opositores y de derechos humanos en la cárcel, donde algunos continúan. A pesar de todo esto, la F.R.A. permaneció como un observador silencioso, si no un participante, por asociación.
Ciertamente, hubo un montón para protestar bajo las administraciones de Kocharián y Sarkisián, como lo informaron organizaciones serias como Amnistía Internacional, Human Rights Watch, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y el Foro Económico Mundial, para nombrar sólo algunas.
Estos son sólo algunas de las serias amenazas y desafíos para el país, al igual que para cualquier partido político armenio que espera servir al país: uso arbitrario del imperio de la ley, o su ausencia, y protección selectiva de la propiedad privada; concentración de la riqueza en manos de unos pocos; oligarcas que controlan las importaciones y los sectores claves de la economía para su beneficio personal, creando un enorme vacío entre ellos y la mayoría de la población, que vive por debajo de la línea de pobreza; desempleo y apoyo en recursos externos; corrupción gubernamental galopante; uso del gobierno con propósitos partidistas; control gubernamental de procesos electorales, minimizando el rol del electorando y perpetuando un sistema partidario elitista y sin respuestas; concentración de poder político en las manos de unos pocos; prisioneros políticos, intimidación, golpizas, asesinatos; censura política de los medios; declinación demográfica; la gente, en particular la juventud y aquéllos con capacidad demandable, abandonando el país en cantidad; la falta de jóvenes inhibe la conscripción en las fuerzas armadas.
La F.R.A. ciertamente ha demostrado su capacidad para movilizar exitosamente las masas para protestar con fuerza en comunidades alrededor del mundo cuando se lo requiere. Por desgracia, la crítica de la F.R.A. hacia los gobiernos de Kocharián y Sarkisián con relación a los fracasos y/o las amenazas arriba catalogados fue sólo mínima en el mejor de los casos, en contraste patente con su fuerte crítica de la administración Ter-Petrosián, que también fue corrupta, al igual que del gobierno de Sarkisián durante los protocolos. Esto genera preguntas serias. ¿El silencio frente a todas estas amenazas e injusticias fue el precio que la F.R.A. estaba dispuesta a pagar sólo por ser parte del gobierno? ¿Ser parte del gobierno fue más importante que ser fiel a los principios rectores de la F.R.A.? ¿Qué beneficios materiales alcanzó la F.R.A. para el pueblo de Armenia como parte de la coalición durante 10 años, cuando la situación en Armenia, como se describió, está hoy peor que nunca?
Finalmente, en abril de 2009, la F.R.A. abandonó la coalición debido a su oposición a los protocolos turco-armenios. Sin embargo, esto sólo ocurrió después del 24 de abril, la conmemoración del 95o.(12) aniversario del genocidio, cuando el presidente Obama ya había declarado que no inteferiría con una resolución sobre genocidio, ya que ambas partes estaban en negociaciones.
Sin dudas, la F.R.A. busca su lugar y su rol ahora que está fuera del gobierno. Por desgracia, la participación de la F.R.A. en la coalición todavía mancilla su autoridad moral, por ahora. Sin embargo, estar fuera de la coalición libera al partido y le da la oportunidad de cambiar su modus operandi, refractando completamente en una nueva dirección. La F.R.A. debiera ahora producir una visión clara para el futuro de Armenia o ser parte de un grupo que lo haga, y promover esa visión a través de sus estructuras bien organizadas en la Diáspora y Armenia. Al hacer eso, el partido puede también proveer una crítica constructiva de la política de gobierno, si ésta fallara en cumplir esa visión. .
La historia ha demostrado que la F.R.A. opera mejor cuando sigue sus principios de grassroots, abajo arriba y descentralización. ¿Qué significa eso hoy? Si la F.R.A. va a ser un partido verdaderamente descentralizado, entonces debiera servir a su membresía local y rendir cuentas sólo a ella, ya que ningún país debiera tolerar cualquier partido político que recibe su ideología y sus recursos desde el exterior.
Deben haber dos organizaciones diferentes, sólo unidas por la ideología: una que trate cuestiones centradas en Armenia, elegida por sus miembros en Armenia, y rindiendo cuentas a la gente de allá; la otra concentrada en temas de la Diáspora, elegida por sus miembros en la Diáspora y obligada a rendir cuentas a ellos. Esto no significa que la F.R.A. con base en la Diáspora no debiera trabajar para el mejoramiento de Armenia. La F.R.A. en la Diáspora podría trabajar más estrechamente con otras organizaciones con base diaspórica para aportar verdadera reforma y cambio en Armenia. Para empezar, todos los partidos políticos en Armenia debieran ser capaces de competir con reglas de juego similares. Todos debieran tener las mismas oportunidades de obtener fondos, libertad de expresión y cobertura en los medios. Esto conduciría a una mejor gobernabilidad y, en consecuencia, al imperio de la ley. La Diáspora, colectivamente, debe exigir rendición de cuentas al gobierno, con condiciones y estándares específicos, para su apoyo continuo. Esto promovería la democracia, tan necesaria en Armenia, y a través de una cooperación tal, ayudar a crear un desarrollo económico sostenible en Armenia.
Esta cooperación involucraría consulta, brainstorming con expertos y apertura a opiniones divergentes. Duraría más allá de la revisión llevada a cabo durante este 120o. aniversario y sería un esfuerzo continuo. Al promover tal cooperación y hacer crecer entre la gente la toma de conciencia de ella, el partido podría demostrar su liderazgo y fortalecer su legitimidad.
En conclusión, la F.R.A. tiene que considerar una refracción en su dirección. Esto significa que preservar la cultura tradicional y clamar por el reconocimiento del genocidio, que ha hecho con tanto éxito, ya no es suficiente. La experiencia enseña que quienes prefieren el status quo en este mundo siempre cambiante al final se tornan irrelevantes. Así, si la F.R.A. verdaderamente ha de convertirse en agente de cambio, debiera adoptar una nueva agenda que abarque al pueblo de Armenia en todos los niveles. Ese proyecto debiera convertirse en una agenda nacional, un proyecto que llamo el “Proyecto Armenia”.
Una nación, un pueblo, una cultura empieza aquí mismo, en la Diáspora.


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(1) Las memorias de un revolucionario armenio, de Rubén Ter Minasián, son siete tomos escritos por un destacado participante en los movimientos revolucionarios y de autodefensa armenia de principios del siglo XX. Hay traducciones al inglés y al francés, abreviadas en un tomo.
(2) Zartonk, de Maljás, es una novela popular en cinco tomos sobre el movimiento revolucionario.
(3) Nombre de los tres fundadores de la Federación Revolucionaria Armenia. El Instituto Zoryán deriva su nombre del de Stepán Zoryán (Rostom).
(4) La república de Armenia es una historia de la primera independencia de Armenia (1918-1920), que también incluye el testimonio del autor, protagonista de ese período. Hay traducción al francés.
(5) Organo de la Federación Revolucionaria Armenia, fundado en 1908 en Fresno (California). Actualmente se edita de manera cotidiana en Los Angeles, en armenio y en inglés.
(6) Movimiento Pannnacional Armenio, partido fundado en 1989 que gobernó Armenia entre 1990 y 1998.
(7) Hrair Marujián (1928-1998), electo seis veces representante del Buró de la F.R.A. (1972-1994). Un aneurisma cerebral lo marginó de la actividad partidaria desde 1994 hasta su fallecimiento.
(8) La elección presidencial de 1991 fue la única en la segunda independencia de Armenia en la que no hubieron acusaciones de fraude por parte de ninguna fuerza política, incluyendo la F.R.A., que obtuvo el 4 por ciento de los votos.
(9) La F.R.A. declaró su retorno a la escena política de Armenia en agosto de 1990.
(10) Vazkén Sarkisyán (1959-1999), primer ministro de Armenia entre 1998 y 1999.
(11) Karén Demirchyán (1932-1999), ex primer secretario del Partido Comunista de Armenia entre 1975 y 1988. Retornó a la escena política en 1998 como candidato presidencial y luego presidente de la Asamblea Nacional hasta su asesinato en el recinto parlamentario el 27 de octubre de 1999.
(12) En realidad, 94o. aniversario.





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