5.5.11

Los muertos nos pertenecen a todos por igual

Vartán Matiossián
 
Los partidos políticos de la Diáspora han hecho declaraciones conjuntas con motivo del aniversario del Genocidio Armenio por lo menos desde 1965, tanto en aniversarios redondos como no, tanto a nivel mundial como en cada comunidad. Si las palabras y los hechos han coincidido o no, queda al hombre común, pero sobre todo a los historiadores el juzgarlo. Los motivos de los desencuentros y de las polémicas, de los combates verbales/escritos y de las peleas fratricidas son múltiples. A fuer de ser repetitivo, vuelvo a afirmar: no hay un solo responsable, sino que todos lo son. ¿La historia pudo escribirse de una manera distinta? Tal vez. ¿Tiene sentido detenerse a analizar lo que "pudo haber sido"? No.
Lo que sí tiene sentido es analizar lo que "fue", reconocer la cuota de aciertos y errores de cada uno, y extraer las lecciones para que no se repita. Lo que tambien tiene sentido es admitir que la situación de 1991-2010 no es la misma de 1920-1991; que los partidos políticos en la Diáspora ya no desempeñan el mismo rol, ni tienen el mismo alcance de antaño; que ya no se puede seguir haciendo lo mismo que se hizo veinticinco o cincuenta o cien años antes, porque apesta a anacronismo. Como decía Perón, "la única verdad es la realidad". Y como canta Serrat, "nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio".
Ese reconocimiento puede conllevar otro: el de la necesidad de deponer antinomias vacías de contenido, abandonar las discusiones estériles y partisanas del pasado (dejarlas a la posibilidad de una discusión menos parcialista por parte de la historiografia) y ocuparse del presente con el fin de tener un futuro en el que las coincidencias superen las disidencias.
Los muertos de ayer nos pertenecen a todos por igual, sin distinción ni discriminación alguna. Cualquiera sea el legado que nos hayan transmitido hasta hoy, lo cierto es que nadie tiene derecho a proclamar una propiedad exclusiva de ese legado. Por el contrario, hace largo tiempo que ha sonado la hora de acabar con la creencia de que "nosotros" somos dueños y señores de la verdad y "ellos" no.
Casi una década de esfuerzos por parte del escribano Gregorio Hairabedián y de sus colaboradores obtuvo un importante éxito jurídico, detrás del cual se habían encolumnado las instituciones más representativas de la comunidad armenia de la Argentina. Como nos informara un presente, la lectura pública de la sentencia del juez Oyarbide atrajo al salón “Siranush” de Buenos Aires una multitud que no se había visto en 15 años.
Es una señal positiva. Esperemos que un nuevo aniversario del genocidio estimule la necesidad de un cambio (que ya está presente, aunque a menudo no nos demos por enterados) en toda la Diáspora y, en particular, en la comunidad de la Argentina.

"Sardarabad", 27 de abril de 2011

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