17.11.11

Reportaje chocante de Charles Aznavour: "¡Qué me importa la palabra Genocidio!"

  Ará  Toranián
En este reportaje que despeina, el cantante se las agarra con los tabúes, incluyendo la guerra de palabras sobre el término “genocidio”, que paralizaría las cosas con Turquía y sería perjudicial a los intereses de Armenia. Palabras chocantes que retoman, explicitan y amplifican las que él había esbozado en el programa Vivement Dimanche el 4 de septiembre. Pero también un cable tendido a las autoridades turcas. ¿Habrá alguien que lo aferre?

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Las palabras que provocaron trastornos
Vivement Dimanche del domingo 4 de septiembre. Ante la pregunta de Michel Drucker (el conductor) sobre el Genocidio, Charles Aznavour responde: “Es una palabra que perturba y que termina por perturbarme; con lo que voy a decir aquí, voy a terminar agarrándome con algunos armenios, pero no creo que sea grave. Si realmente los turcos tienen la honestidad de decir que lo que les molesta es la palabra ‘genocidio’, entonces encontraremos otra palabra para que las fronteras se abran y el gobierno turco pueda hablar con nosotros”. Ante la observación del periodista según la cual “1,5 millón, es una cifra considerable para un pequeño país”, Aznavour responde: “2 ó 1,5 millón es parecido. Cuando se mata a dos niños y cuando se mata 1,5 millón de armenios o 6 millones de judíos,es parecido. Se ha matado, es lo que importa”.

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Nouvelles d’Arménie Magazine: Usted no se hizo de amigos con sus declaraciones en el programa Vivement Dimanche.
Charles Aznavour: Comienzo a hartarme. No nos saldremos con la nuestra, jamás nos saldremos con la nuestra. Todo lo que nuestros adversarios esperan es que aquellos que aún tienen memoria mueran para poder salvarse. ¿Qué país ha tomado causa y partido por nosotros? Ninguno. Francia ha reconocido lo que ha reconocido, pero no va más lejos. Ningún país vendrá hacia nosotros jamás.
Además, los árabes que hacen sus revoluciones sueñan con un gobierno sobre el modelo kemalista. Esto aporta agua al molino de los turcos, quienes están en camino de enriquecerse y de ocupar más y más lugar. Ya son miembros del Grupo de los 20. Ya ni se molestan por entrar en la Unión Europea. ¿Dónde vamos? Y durante este tiempo Armenia sufre, cada día Armenia se vacía. En poco tiempo será un cascarón vacío. ¿A quien le conviene? ¿A tres mafiosos? Y centenares de miles de pobres se dispersarán por el mundo entero. Todas estas realidades me preocupan, me inquietan. ¡Y seguimos focalizados sobre la palabra genocidio que los turcos disputan! Entonces, planteo esta cuestión a los turcos: si esto no es un genocidio, ¿cómo llaman a la aniquilación de un pueblo? ¿Cómo lo llamaron ustedes mismos durante cierto tiempo? ¿Cómo calificó Ataturk mismo la situación? ¿Una masacre? ¿La masacre de los armenios? Entonces, si ustedes no quieren emplear la palabra genocidio, ¡reconozcan al menos una masacre! Cuando hayamos llegado allí, habremos marcado un punto importante.
Armenia se encuentra en grave peligro y todo el mundo se bloquea por la palabra genocidio. Yo no veo de qué manera esto hace avanzar al país. ¿Adónde nos conduce esta lógica? Las personas que me critican por expresar este tipo de opinión, ¿dónde están? ¿Qué hacen para ayudar a Armenia? ¿En qué momento envían dinero? ¿Y me vienen a dar lecciones a mí? Pero si yo soy el primero en dar lecciones. Hablé de esto con un abogado armenio de Estados Unidos, cuyo estudio cuenta con 300 juristas por lo menos. Pensaba como los otros. Pero cuando le expuse mi punto de vista, me dio la razón.
No soy político. No sé nada de la política. No sé más que una cosa: tenemos un desgraciado pequeño pedazo de país que está muriéndose por segunda vez. Y hablamos de otra cosa.
NAM: Sin embargo, usted mismo se mostró muy activo sobre este problema, especialmente en el momento del asunto del Senado [Nota del traductor: tratamiento de la ley que penaliza el negacionismo del genocidio armenio]. Usted mismo fue a hablar ante el Senado...
CA: ¿Y para qué sirvió?
NAM: Usted fue a las manifestaciones...
CA: ¿Y para qué sirvió?
NAM: Usted publicó llamados en los periódicos...
CA: ¿Y para qué sirvió? ¿Adónde nos llevó? ¿Qué cosa extra nos aportó? Si las cosas se contaran en metros a partir de un punto P, ¿cuántos milímetros avanzamos? ¡Cero!
NAM: ¿Usted tiene la impresión de que no nos hemos movido?
CA: No nos hemos movido y no nos moveremos. Jamás. Me invitan a Turquía, regularmente. El ministro de Relaciones Exteriores turco incluso me ha invitado a pasar las vacaciones en su casa. Entonces, pongámonos de acuerdo sobre lo que vamos a demandar. Pero no ejecutemos partituras políticas para los intereses partidarios de unos u otros. La cuestión de saber quién será el próximo presidente de Armenia... ¡me causa risa! Lo que quiero es que se abran las fronteras y que se permita a este país respirar un poco mejor.

NAM: ¿Usted arroja una botella al mar?

CA: Sí. Siempre hablo bien de los turcos. Pienso que es un pueblo interesante. No hay ningún armenio de Turquía que diga que no ama a los turcos. Tal vez no les guste su actitud, su política, mas no el pueblo como tal. Mi objetivo es que las cosas puedan avanzar un poco.
NAM: Sin embargo, ¿no se decepcionó usted por los protocolos firmados en Zurich en 2009?
CA: Se firmaron una noche y fueron desacreditados al día siguiente. No me decepcioné puesto que sospechaba que sería así. ¿Por qué? Ningún tratado con los turcos jamás ha sido validado. Siempre hay un momento en el que se retiran y ya no hay nada más que hacer. Esta tendencia se ve hoy favorecida por su posición estratégica. Se sienten fuertes y menos inclinados a hacer concesiones. Entonces, ¿qué hacemos? Yo quisiera que nada. Pero ya no se debe contar conmigo. En absoluto. Estoy harto. Ya no quiero invertir en vano.
Los turcos son un pueblo que ha sido adoctrinado con contra-verdades. Se les han enseñado cosas falsas. ¡Partamos de donde están y enseñémosle lo contrario!
NAM: ¿Se debería ser inteligente por dos?
CA: Inteligente a secas. En todo caso hay que actuar. Tomar iniciativas. Ahora yo te planteo la pregunta: ¿cuánto tiempo hace que los turcos viven en nuestro territorio? No hablo del que nos arrebataron, sino de antes.
NAM: Siglos, mil años aproximadamente.
CA: Los alemanes ya no demandan Alsacia y Lorena, y nosotros (franceses) ya no le echamos el ojo al Ruhr. Al menos hay que ser inteligentes. Debemos comprender las cosas. ¡Todo esto se terminó!
Iré incluso más lejos. Incluso si nos dieran territorios, ¿quién iría? ¿Quién iría a vivir en esas pobres tierras? Nadie. ¡Seamos razonables! ¡Calculemos las cosas!
NAM: ¿Pero no tiene usted la impresión de que las autoridades armenias manejan bien el caso y conducen correctamente las cosas sobre ese tema?
CA: No sé nada de eso. Hablaré la próxima vez con ellos. No quiero avanzar sin tener su opinión. Pero yo creo que ellos tienen por prioridad el tema de la apertura de la frontera. Es el exterior el que está apuntalado sobre la guerra de palabras y son los de adentro los que sufren.
NAM: Perdone, ¿pero usted no piensa que la principal causa de la emigración de los armenios de Armenia se debe simplemente al sistema en pie que no ofrece esperanza a la población? Y ello sin contar la situación de guerra en Karabaj. Entonces, ¿sobre esto también se debe ceder?
CA: Por supuesto, es eso. No se hace nada para ayudar a los que están allí. ¡Al contrario! Conozco historias de mafiosos que son insoportables. Llegan al punto de hambrear a los campesinos sobre sus propias tierras. A estos mafiosos se los debería fusilar. No hace falta más. ¿Usted quiere ser mafioso? ¡Vaya a hacer mafia a otros países! Hay muchos que los recibirán. Pero no lo haga en casa, sobre su propia gente, ¡caramba!
NAM: Pero sobre el tema de la Causa Armenia, ¿cuál es su prioridad?
CA: Yo quiero un acuerdo. Quiero que los turcos reconozcan lo que pasó. Pero qué me importa la palabra genocidio. ¿De qué me sirve que ellos usen esa palabra?
Que reconozcan las masacres. En la época es lo que se decía. El mundo entero hablaba de masacres. Y luego, de golpe, desde los años cincuenta, se afianzó esta palabra genocidio, que es muy dura de aceptar, aun si se corresponde con la realidad.
NAM: ¡Y aun así!
CA: Ellos no desean aceptar el hecho de haber decidido eliminar un pueblo de este mundo. Es cierto, no se debe olvidar lo que ocurrió. Pero se debe ir hacia la esperanza, al porvenir.
Los turcos de la frontera no están en contra de los armenios. El alcalde de Diarbekir ha dicho abiertamente que el reconocimiento debería tener lugar Hay personas importantes que dicen cosas interesantes. Hay también, por supuesto, quienes dicen lo contrario. Pero el pueblo turco se mueve. Se movió para el entierro de Dink.
NAM: Y por Karabagh, ¿cómo ve usted las cosas? Hay un mayor peligro de guerra de ese lado que del lado de Turquía. ¿Qué es lo que usted preconiza?
CA: Eso forma parte del paquete. Es normal. Se debe ser claro: ¿pertenecía Karabagh a los azeríes antes de que Stalin se lo  otorgara? ¿Acaso Karabagh es Armenia? No, es un país autónomo. ¿Es cierto o no?
NAM: ¿Es decir? ¿Se debe soltar la presa también allí?
CA: No. Hay que reconocer que Karabaj es un país por sí mismo. Independiente, como Azerbaiján y Armenia. ¿Acaso soy utópico?
NAM: ¿Usted se pone de acuerdo con las autoridades de Armenia cuando toma posiciones de este tipo?
CA: Cuando yo discuto con las autoridades de Armenia, siempre me dicen que tengo razón. Pero no hacen nada. Es lo mismo en Francia. No se puede hablar con las autoridades. ¡Sean las que sean!
No creo que Francia haga cosa alguna por nosotros. Eso no sirve a nadie. Turquía es muy importante para Francia. No se la puede ignorar. En Francia, nos la tomamos siempre por ser los más fuertes, pero a la hora de las decisiones es diferente. No hará nada por los armenios. Helo ahí, 90 años que esperamos. Se han escrito libros, personas de todas las categorías se han levantado en favor de la Causa Armenia, y no pasó nada. ¿Y usted espera un milagro hoy, cuando se ponen en juego apuestas excepcionales que militan en contra? Se puede ser utópico, ¡pero al menos no hay que soñar en exceso! Yo no sueño. Mi vida prueba que no he soñado. He trabajado. No soy un político. No tengo ni la inteligencia ni la cultura para decir lo que afirmo. ¡Pero lo digo de corazón, porque lo pienso!
NAM: ¿Siempre se ha interesado por la política?
CA: Me interesan los hombres y las mujeres de la política, esperando ver qué es lo que harán. ¡Las promesas, las promesas! Ayer tenía en la sala a mi amigo [Olivier] Besancenot. Lo respeto, lo quiero. Es sincero. Trabaja en sus asuntos por la noche. Por los otros, no sé nada. ¡Les escriben sus discursos!
NAM: ¿Se encuentra más bien contento por este regreso?
CA: ¡Estoy encantado! Le cerré el pico a mucha gente. Aquellos que escribían con malicia, que metían algunos “pero” por aquí y por allá, cada vez menos gruesos. Jamás me perdonarán de haber llegado allí. Muerto, me lo perdonarán. Pero no estoy cerca de morirme. Escúchame bien, Ara. Lo que yo quiero es que le pase algo a mi pueblo allá, pues está muriéndose. ¿Cuántos han quedado? Se habla de 2,3 millones. Las autoridades reivindican 3,6 millones, pero no es cierto.
En poco tiempo, no serán más que 1,8 millones. Y descenderá a un millón de personas que estarán en las manos de mafiosos. ¿Esperaremos entonces que los chinos repueblen el país?
Quisiera que cada armenio se sondee a sí mismo. Que se plantee la cuestión: ¿qué es lo que he aportado al país de mis ancestros? ¿Qué es lo que aporto rehusando esto y no aceptando aquello? Y se dará cuenta de que no aporta nada. Como ves, soy un gran bocón.
NAM: De hecho, ¿lo que usted desea sobre todo es sacudir a los armenios?
CA: Se los debe sacudir, y a los turcos también. Es entre nosotros que se decide, si somos gente de buena voluntad.
NAM: Pero los armenios, usted está más bien en favor de violarlos. ¿Se da cuenta?
CA: Me he pasado la vida violando al público. ¿Y no lo voy a hacer con los míos? Un día mi hermana me dijo: ¿crees que un turco te puede matar? Un armenio puede hacerlo también, por las mismas razones. Tomo riesgos. Así veo las cosas. Y cuando encaro, encaro. ¿Estoy equivocado? Tal vez. Pero entonces, que me traigan una solución. Pero no una solución cualquiera. Nada de lamentos. Y además, tampoco nada de tabúes: hablé un día de la cuestión de los armenios islamizados con el presidente de la República de Armenia, diciéndole que se debía hacer algo al respecto. Esta gente rechazada de todos lados es desgraciada. Hay que ayudarlos.
No estamos contra el Islam, tenemos seis magníficas mezquitas en Armenia, salvadas a pesar de las órdenes de Stalin que deseaba destruirlas. Irán hace lo necesario para que se renueven.
Somos una nación. Una nación está hecha de toda clase de gente, de los mejores a los peores, y de todas las religiones. Es normal que haya cristianos, judíos y musulmanes. Es necesario que Armenia vaya en esa dirección, que es también la de Europa.
NAM: Usted conoció a los tres presidentes de Armenia. ¿Puede hablarnos de ellos?
CA: No, no es mi propósito. Son hombres de buena voluntad. Pero a veces las situaciones cambian las voluntades... En todo caso, jamás un presidente me ha dicho un no. Hubiera preferido que me lo dijeran.
Ará, ¿qué es ser armenio hoy? Quisiera saberlo. Armenio de la Diáspora, ¿qué es? ¿Comer bien? ¿Beber bien? Tener su negocio y hablar del genocidio. ¿Es eso ser armenio? Es poca cosa.

"Nouvelles d’Arménie", N° 178, octubre de 2011  


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