Michael Mensoián
Traducción de Vartán Matiossián
Traducción de Vartán Matiossián
La primera parte de
este artículo ["The Armenian Weekly", 8 de diciembre de 2011, no traducida al castellano] ofreció
un breve resumen del servicio ejemplar de la Federación Revolucionaria Armenia
(F.R.A.) al pueblo armenio y a los intereses de la nación armenia durante sus
primeros cien años. “Período I: 1890-1923” cubrió los años desde la fundación
de la F.R.A. hasta el catastrófico año 1923. “Período II; 1923-1991” coincidió
con los efectos residuales desastrosos del genocidio y la existencia de la
república armenia bolchevique hasta la fundación de la segunda república
armenia libre. La segunda parte evaluará el rol de la F.R.A. durante los años
que siguieron al establecimiento de la República de Armenia en 1991, cuando su
operatoria pasó de la Diáspora a la Madre Patria.
M.M.
La segunda república
armenia independiente fue declarada en 1991. Este acontecimiento debió haber
anunciado una nueva era para la F.R.A. El partido era ahora capaz de volver a
una Armenia libre, un día que los líderes en exilio habían alimentado durante
los pasados 70 años. El notable éxito que la F.R.A. había alcanzado en las
comunidades diaspóricas fue conseguido bajo circunstancias muy diferentes de
las que habían enfrentado los armenios del Mairení
Yerguir (Madre Patria). Cada grupo era un gran subcomponente de armenios
bien distinguido, con antecedentes emocionales y psicológicos diferentes que
respondían a los entornos socio-económicos y políticos diferentes en los que
habían tenido que adaptarse. En vez de establecer firmemente las bases para su
participación efectiva en la vida política de Armenia, el partido entró
inmediatamente en el mundo de la política maquiavélica post-soviética.
El empeoramiento de las condiciones
económicas y la política conciliatoria con respecto al problema de Karabagh
forzaron a Ter Petrosián a renunciar en febrero de 1998. Su primer ministro,
Robert Kocharián, se convirtió en presidente provisional y candidato
presidencial. Kocharián prevaleció en una segunda vuelta obligatoria en las
elecciones presidenciales. En mayo de 1998, poco después de asumir su puesto,
decretó que la prohibición impuesta sobre la F.R.A. por Ter Petrosián no tenía
mérito y quedaba sin efecto. Esta fue la recompensa de la F.R.A. por apoyar la
candidatura y luego la administración de Kocharián. Varios meses antes, por
diferentes razones, el ministerio de Justicia había reinstaurado a la F.R.A.
dado que había cumplido con los requisitos legales que no permiten miembros
extranjeros en un partido político doméstico.
Al cumplir con este
requisito, el liderazgo simbólicamente se divorció de los Comités Centrales (Guetronagan
Gomidé) que eran instrumentales en la prosecución de sus decisiones
políticas en la Diáspora. Al hacer esto, los Guetronagán Gomidés obtuvieron un
mayor grado de autonomía. Se podría preguntar si este requisito legal tuvo un efecto
perjudicial sobre el funcionamiento de la dirección, que estaba ahora algo
aislada de la Diáspora con su sede en Ereván, donde competía con los partidos
políticos locales y las maquinaciones de sus líderes. Una consecuencia no
deseada de este requisito legal fue la bifurcación de un partido previamente
monolítico en una F.R.A. de Haiastán (Armenia)
y una F.R.A. de la Diáspora. Para ambos, la
agenda se mantuvo concentrada mayormente sobre Hai Tad –en especial el reconocimiento del genocidio—y menos en la
situación del trabajador armenio y su familia. La conciliación de estos
objetivos diversos aún permanece sin tratarse.
Mientras que es fácil
decir, en retrospectiva, que apoyar a Kocharián puede haber sido un error,
algunas banderolas de precaución debieron haber flameado. ¿Por qué la F.R.A.
apoyaría a cualquier administración que no estuviera enteramente comprometida
con sus principios históricos social democráticos? Además, el liderazgo de la
F.R.A. entendía los problemas infranqueables que Armenia enfrentaba. Los
sistemas social, económico, político y judicial bajo los cuales los armenios
habían vivido durante los pasados 70 años eran bien conocidos por los líderes
de la F.R.A. La implosión política de la Unión Soviética representó un fracaso
completo de este mal concebido experimento bolchevique en ingeniería
socio-económica, que resultó en un colapso inmediato y total de la economía de
Armenia, acompañado por caos social y político.
La F.R.A., tras haber
estado en Armenia por menos de siete años antes de apoyar al candidato
Kocharián y luego a su administración, aún no tenía un programa creíble para
tratar la situación acuciante del trabajador y su familia. Y sin haber
desarrollado una base de poder significativa, el partido no podía abogar
agresivamente por un cambio ni influir en favor de un cambio en cualquier
administración que apoyara. ¿Cómo esperaba la F.R.A. proponer su mensaje revolucionario de igualdad, oportunidad
y justicia al alinearse con partidos políticos triviales?
Al haber sido un partido
político anti-comunista basado en el exterior durante los 70 años previos, los
líderes de la F.R.A. también eran “extranjeros”. La ventaja política y
económica la detentaban quienes habían ocupado posiciones en el
sistema económico y político soviético. ¿Era razonable suponer que estos “insiders”
y apparatchiks iban a desvanecerse
súbitamente detrás del telón de fondo? ¿O que el liderazgo de la F.R.A.
(apoyado por tashnagtsagán locales), con sus credenciales revolucionarias aún
intactas, sería genuinamente bien recibido y al partido le sería permitido
competir en un campo de juego sin obstáculos? ¿Es una crítica extrema decir que
los valores que definen a la F.R.A. no definían a las administraciones que el
partido apoyó?
Al apoyar a Kocharián y luego
al Partido Republicano gobernante del presidente Serge Sarkisián, el mensaje revolucionario de justicia social
permaneció sofocado. Durante este tiempo la F.R.A. no consiguió articular una
agenda que resonara en el trabajador y su familia. Sólo en tiempo de descuento la
F.R.A. retiró su apoyo con el tema de los protocolos. No se puede probar
concluyentemente si el fracaso del rapprochement
armenio-turco se debió a la oposición pública de la F.R.A. en Armenia y la
Diáspora, a que el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan se dio cuenta de
que el gambito no estaba resultando como lo había previsto, o como resultado de
una reacción más perspicaz de Sarkisián frente a las condiciones en evolución.
Los tres pueden haber desempeñado un rol en el descarrilamiento de la ratificación
de los protocolos por ambas partes. Sin embargo, en el momento en que la F.R.A.
quebró lanzas con la administración sobre el embrollo de los protocolos, el daño
ya estaba hecho. La F.R.A. no podía alegar que estaba libre de culpas de las
condiciones económicas perturbadoras que continuaban aquejando al trabajador
armenio. Más aún, había fracasado en el desarrollo de su mensaje histórico como
partido revolucionario. Debe notarse
que el partido retiró su apoyo a la administración Sarkisián sobre un asunto de
política exterior. No había cuestiones serias de política doméstica que
pudieron haber garantizado una respuesta
similar.
Hasta que pueda expandir de
manera significativa su influencia entre los trabajadores, la F.R.A. seguirá
siendo un partido político marginal. Actualmente la F.R.A. tiene 16 de los 131
escaños en el
Parlamento. Vahán Hovannisián, el candidato presidencial de la F.R.A. en las
elecciones de 2008, obtuvo algo más del 6% de los votos. Para que la F.R.A.
expanda su influencia, el partido debe desarrollar un programa relevante de
legislación comunicado de manera enérgica y efectiva al electorado armenio. El
votante no solamente debe comprender que busca alcanzar la
F.R.A.-Tashnagtsutiún, sino que también debe creer que el partido puede cumplir
lo que proponer.
Decir que el electorado es cínico
es una subestimación. No se puede negar que la F.R.A. enfrenta obstáculos
significativos, pero, ¿qué partido portador de un mensaje revolucionario que desafía el status
quo no confronta una oposición política seria y el escepticismo del
votante? El fracaso de la administración en tratar los problemas existentes no
tiene la contrapartida de un vigoroso ataque de la F.R.A. dentro y fuera del
Parlamento. Las preocupaciones domésticas y no las cuestiones de política exterior manejarán la
agenda de la próxima ronda de elecciones (parlamentarias en 2012 y
presidenciales en 2013). No puede continuar siendo un partido dependiente exclusivamente
de su “electorado” diaspórico. Hay un electorado haygagán (armenio) que debe tomarse en consideración. El liderazgo
debe advertir que continuar con el énfasis en temas de política exterior (Hai Tad) no sólo debilita su mensaje
revolucionario de igualdad, oportunidad y justicia, sino que perjudica el
fortalecimiento de la competitividad de la F.R.A. como partido político doméstico.
Nadie debiera cuestionar la
necesidad de cambiar el sistema existente en Armenia o el rol dominante que la
F.R.A. debiera tener en este cambio. Observar que la F.R.A. no parece tener el
fervor, la pasión o la concentración para clamar con pleno derecho que es el
partido revolucionario de sus antecesores,
¿significa ser demasiado crítico? El partido no ha conseguido montar un ataque
vigoroso y sostenido contra el sistema oligárquico que beneficia a unos pocos y
ahoga el bienestar de los ciudadanos de Armenia, a la vez que limita su
potencial futuro.
El éxodo de hombres y
mujeres de Armenia para hallar empleo en otros países es una catástrofe social.
Los envíos de dinero nunca pueden compensar el fracaso del gobierno en la
promoción de la expansión económica y la creación de fuentes de trabajo. Los
recursos naturales y humanos de Armenia aún permanecen sin desarrollo pleno. Es
ilusorio esperar que los incrementos publicados del Producto Bruto Interno
(PBI) o las tasas de crecimiento económico positivo sean indicadores confiables
en una oligarquía de que el bienestar del trabajador y su familia está
mejorando.
La formación familiar, las
tasas de natalidad en declinación y la emigración de jóvenes están
contribuyendo a un descenso anual alarmante en la población que está
paralizando el desarrollo de Armenia y creando una población más vieja en
constante crecimiento por la que hay que velar. Estos son problemas nacionales
serios que están siendo ignorados. Echar la culpa de los problemas económicos
de Armenia a la frontera cerrada con Turquía (que, francamente, es bastante
porosa) es una distracción para algunos.
La fundación de la segunda
república armenia libre e independiente debió haber iniciado el período más
productivo en la historia de la F.R.A. El 20° aniversario de la fundación de la
República de Armenia se celebró recientemente. Dado su rol ejemplar con
respecto a Karabagh, ¿qué iniciativas domésticas puede celebrar la F.R.A. en
estos mismos 20 años?
El partido se ha dejado
cooptar por un sistema que es anatema para los principios y la filosofía del Tashnagtsutiún.
¿Dónde está la visión que determina los objetivos del partido para el futuro? ¿Dónde
está la pasión para alcanzar estos objetivos? ¿Y dónde está el altruismo que
coloca esa misión por encima de la ganancia personal? Estos son los atributos sine qua non del liderazgo y de aquéllos
en las filas de cualquier partido con un mensaje revolucionario. ¿Dónde está la determinación obstinada de desafiar
a la administración en los temas domésticos, donde es políticamente vulnerable?
¿Dónde está el compromiso de crear un sistema beneficioso para todos los
armenios sin distinción de edad, enfermedades, talento o intelecto? ¿Dónde está
la Federación Revolucionaria Armenia de nuestros padres?
“The Armenian Weekly” (13 de diciembre de 2011)
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