12.9.12

Quien pone la plata elige la música

Garabed Arakelián

Una aparentemente inofensiva promesa de compra de bonos solidarios es lo que ofertó Azerbaiján a Hungría, junto con otras inversiones, por un monto de dos mil a tres mil millones de euros, según datos que manejan la prensa y la oposición húngara, y eso es lo que se ha instalado como telón de fondo de una transacción que tiene visos de no ser solamente financiera, sino que ampara una burda maniobra en detrimento de la justicia y los derechos humanos, de la que aparece como responsable, y probable víctima de un engaño muy elemental, el gobierno de Budapest. 
En febrero de 2004, la OTAN organizó unos cursos de inglés para hacer entendibles por igual las órdenes de mando. Las jornadas de aprendizaje se llevaron a cabo en Budapest y a ellas asistieron oficiales de las fuerzas armadas de los países del Cáucaso, integrantes de dicho Tratado. Entre otros muchos militares de etnias, idiomas y religiones diversas, y algunas veces enfrentadas, había armenios y azeríes (azerbaijanos). Una noche, 12 de febrero de 2002, cuando era de suponer que ya todos los participantes dormían, el oficial azerí Ramil Safárov, provisto de un hacha, se dirigió al dormitorio del también oficial Kurkén Marcarián. La puerta se hallaba sin llave y el armenio estaba dormido, por lo que el asesino en ciernes se introdujo en el cuarto, y sin que su víctima hubiera despertado, lo decapitó de un hachazo, añadiendo otros quince golpes para asegurar el cumplimiento de su propósito. Acto seguido, intentó hacer lo mismo con otro de los participantes armenios que ocupaba el dormitorio contiguo, pero en este caso la puerta tenía corrido el pasador y no pudo cumplir con sus deseos, por lo que volvió a su habitación. Safárov fue condenado, dos años mas tarde, a 30 años de prisión por homicidio intencional, premeditación y alevosía, especialmente agravado, sin derecho a perdón o amnistía. Argumentó que el difunto lo había insultado. Sus explicaciones no fueron convincentes para el jurado.
Pero el 31 de agosto de 2012 la Justicia húngara accedió al pedido de Azerbaiján y extraditó a Safárov. Apenas pisó tierra nativa, el presidente Ilham Aliev le alivió la condena declarándole libre de toda culpa y lo nominó héroe nacional al tiempo que el ya ex convicto se convirtió en oficial mayor y recibió, liquidados con su nueva jerarquía, los sueldos correspondientes a los ocho años de prisión que pasó en Budapest. Además se le obsequió una vivienda. El ministro de Defensa, Safar Abíyev, le felicitó por su “liberación y repatriación” y le deseó éxito en su carrera. El mismo día, Armenia cortó las relaciones diplomáticas con Budapest y llamó a los otros países de la región a condenar tal decisión y a demostrar con hechos el apoyo a los valores civilizatorios de la Justicia, según palabras del presidente Sarkissian. Al día siguiente, en comunicado conjunto, los ministerios de Exteriores y de Justicia afirmaron que “Hungría respeta a la Armenia cristiana” y agregaron que la extradición se realizó conforme al Convenio Europeo de Estrasburgo de 1983 referido al traslado de personas condenadas. Coincidentemente, también las autoridades de Bakú justificaron las decisiones adoptadas invocando el mismo Convenio. Fuad Alexeev, director de un departamento creado para el relacionamiento con organismos públicos que funciona en la órbita presidencial, realizó declaraciones explicando que el proceso contra Safárov fue politizado desde el inicio y que en él se cometieron varias irregularidades. Recordó que el interrogatorio se realizó en idioma ruso, una lengua que el detenido entendía y utilizaba. También destacó que la acusación fue leída en idioma turco, lo cual también consideró como una violación. Los azeríes son turcófonos. Además, recordó que Safárov ya había cumplido ocho años de prisión y que la mencionada Convención prevé que el presidente o primer ministro del país adonde regresa el extraditado puede perdonarlo. 
El grupo “Minsk”, que busca superar el enfrentamiento en torno a Nagorno Garabagh, se reunió el 2 y 3 de setiembre con los ministros de exteriores de Armenia y Azerbaiján para tratar el indulto y expresó su preocupación por la decisión de galardonar a un criminal y transformar el delito en un acto heroico. El régimen de Bakú mantiene en sus cárceles a numerosos activistas sociales, políticos y a periodistas como Hilal Mammádov, director de la revista "Tolishi-Sado", detenido en junio pasado y víctima de torturas, según las denuncias de varias organizaciones defensoras de los derechos humanos. Su antecesor en la dirección de la revista mencionada, Novruzali Mammádov, murió en prisión en 2009 carente de cuidados médicos. El presidente Aliev, que no se caracteriza por su sensibilidad democrática, fogonea de continuo los ánimos nacionalistas y xenófobos de la población; en febrero de 2012 dijo en un acto público “nuestros principales enemigos son los armenios de todo el mundo y los políticos hipócritas y corruptos bajo su control”. Pese a estos arrebatos, en opinión de los analistas extranjeros, se trata solo de desbordes, pues la sociedad azerí no expresa mayoritariamente esas intenciones belicistas. Prefiere disfrutar del aluvión de dinero que, aunque distribuido de manera muy desigual, algo llega a manos de la enorme mayoría que ha padecido durante tanto tiempo pobreza material y cultural. El régimen de Bakú busca en el contexto europeo apoyo a sus acciones diplomáticas y permisibilidad para sus avances provocadores sobre el statu quo de Garabagh. Sus petrodólares, la fuente de gas y los ductos que parten de sus refinerías se lo posibilitan. En casi todos los idiomas de la vieja Europa hay un dicho: “El que pone la plata elige la música”. Hungría, quizás muy presionada por la difícil situación socio-política que atraviesa, se sacude al ritmo de las danzas tártaras que le impone Azerbaiján, que tiene a mano los botones de la rocola.

"La República", 10 de septembre de 2012

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