Eduardo Kozanlián
En un reciente artículo (*), Jeffrey D.
Sachs menciona los éxitos económicos y la disminución de la desigualdad
en Turquía, rodeada por un "vecindario complicado", entre cuyos países
nombra a Chipre y Armenia(**). Según su perspectiva, todos estos logros se
ven acompañados por una diplomacia equilibrada (***). Es evidente que el señor
Sachs sólo dice lo que le conviene a los intereses que representa. ¿No
sabe acaso que Turquía es invasora ilegítima de la isla de Chipre?
¿Desconoce que el Estado turco-otomano y luego su continuadora jurídica,
la República de Turquía, fueron fundados sobre el crimen de genocidio
contra los pueblos armenio, asirio, griego, y sobre la base de la
usurpación territorial y económica? ¿Sabe que en Turquía se glorifica a
los genocidas? Como ejemplo: el genocida Talaat Pashá tiene su mausoleo
en plena Estambul. Pese a que luego del fin de la Primera Guerra
Mundial, la Corte Marcial turca lo juzgó in absentia y lo condenó a
muerte, avenidas y hasta escuelas de la Turquía actual llevan el nombre
de este genocida. Imaginemos por un instante un colegio en Berlín
llamado Adolf Hitler; o en la Argentina, un mausoleo Jorge Rafael
Videla. Turquía es, además, el país del mundo con más periodistas y
profesionales de la comunicación presos. Como ejemplo recordemos el
asesinato del periodista armenio Hrant Dink en 2007.