13.4.15

Sorpresa: el Papa habló de "genocidio armenio"

 Elisabetta Piqué

La gran pregunta era si el Papa se iba a atrever a pronunciar la palabra prohibida: "genocidio". Con valentía y consciente de que iba a provocar un cortocircuito con Turquía (como sucedió), Francisco mencionó ayer ese término al conmemorar el centenario del martirio armenio en una histórica misa en la Basílica de San Pedro. Antes de que comenzara la celebración solemne, Jorge Bergoglio definió como "el primer genocidio del siglo XX" la "horrible masacre" de hasta un millón y medio de armenios por parte de turcos otomanos durante la Primera Guerra Mundial.
El genocidio armenio, reconocido por 22 naciones (entre ellas, la Argentina), es un tema de alta sensibilidad que siempre fue negado por Turquía, que ayer expresó su malestar en duros términos.
Horas después de las palabras del Papa, el gobierno turco convocó al nuncio apostólico en Ankara para expresar formalmente su "contrariedad" y, en señal de protesta, mandó a llamar a su embajador ante la Santa Sede. El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, dijo que las afirmaciones del Papa eran "inapropiadas".
"La interpretación de estos eventos tan dolorosos de forma parcial es inapropiada para un papa y para la autoridad que representa", dijo Davutoglu en declaraciones a un canal de televisión. El jefe de la diplomacia turca, Mevlut Cavusoglu, agregó, en tanto, que las declaraciones del Papa "están alejadas de la realidad histórica y legal".
Francisco es el primer papa en denunciar verbalmente que lo del pueblo armenio fue un "genocidio". En su mensaje de ayer, citó una declaración común que firmaron Juan Pablo II y el líder de la Iglesia armenia, Karekin II, el 27 de septiembre de 2001 en Etchmiadzin, el "Vaticano" de los armenios ortodoxos
Antes de comenzar la celebración de ayer, el Papa dijo: "Queridos fieles armenios, hoy recordamos, con el corazón traspasado de dolor, pero lleno de esperanza en el Señor Resucitado, el centenario de aquel trágico hecho, de aquel exterminio terrible y sin sentido que vuestros antepasados padecieron cruelmente".
"Es necesario recordarlos, es más, es obligado recordarlos, porque donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta. Esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla", agregó.
En la Basílica de San Pedro lo escuchaban entonces, en silencio, el presidente de Armenia, Serzh Sargsyan; Karekin II, supremo patriarca y catholicos de todos los armenios; Aram I, catholicos de Cilicia; Nerses Bedros XIX, patriarca de Cilicia de los Armenios Católicos, y demás autoridades. También hubo delegaciones de armenios llegados de todo el mundo, entre ellas una muy numerosa de la Argentina, con más 200 personas. Todos llevaban bufandas y broches con el símbolo del centenario del genocidio armenio.
Francisco, que cuando era arzobispo de Buenos Aires fue muy amigo de la comunidad armenio-argentina y habló tres veces de "genocidio" armenio en su libro Sobre el Cielo y la Tierra, escrito junto al rabino Abraham Skorka, comenzó su mensaje hablando del presente. Volvió a decir, de hecho, que hoy vivimos "un tiempo de guerra, una tercera guerra mundial en pedazos".
"Lamentablemente aún hoy oímos el grito sofocado de muchos hermanos y hermanas inertes, que a causa de su fe en Cristo o de su pertenencia étnica son públicamente y atrozmente matados -decapitados, crucificados, quemados vivos-, u obligados a abandonar su tierra", dijo, en alusión a las terribles matanzas padecidas actualmente por cristianos en diversas partes del mundo. "También hoy estamos viviendo una suerte de genocidio causado por la indiferencia general y colectiva, por el silencio cómplice de Caín", agregó. Francisco recordó luego que la humanidad vivió en el siglo pasado "tres grandes tragedias inauditas".
"La primera, la que generalmente es considerada como el primer genocidio del siglo XX, golpeó a vuestro pueblo armenio, primera nación cristiana, junto a sirios católicos y ortodoxos, asirios, caldeos y griegos", afirmó. "Fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos y hasta niños y enfermos indefensos", indicó. Mencionó después las otras dos grandes tragedias "perpetradas por el nazismo y por el estalinismo", y "más recientemente los otros exterminios de masa, como los de Camboya, Ruanda, Burundi, Bosnia".
"Parece que la humanidad no logra dejar de derramar sangre inocente. Parece que el entusiasmo surgido al final de la Segunda Guerra Mundial está desapareciendo. Parece que la familia humana se niega a aprender de los propios errores causados por la ley del terror. No hemos aprendido que la guerra es una locura", clamó.
En la misa solemne que concelebró luego con representantes de la Iglesia Católica armenia -en la que proclamó doctor de la Iglesia a San Gregorio de Narek, un místico armenio del siglo X-, el Evangelio fue leído en armenio, niños vestidos en trajes típicos llevaron las ofrendas y hubo música y coros tradicionales de esa tierra.
En su sermón, el Papa volvió a hablar del mal. "Ante los trágicos acontecimientos de la historia humana, nos sentimos a veces abatidos y nos preguntamos: «¿Por qué?». La maldad humana puede abrir en el mundo abismos, grandes vacíos: vacíos de amor, vacíos de bien, vacíos de vida. Y nos preguntamos: «¿Cómo podemos salvar estos abismos?». Para nosotros es imposible", dijo.
Y ofreció la respuesta: "Sólo Dios puede colmar estos vacíos que el mal abre en nuestro corazón y en nuestra historia. Es Jesús, que se hizo hombre y murió en la cruz, quien llena el abismo del pecado con el abismo de su misericordia". Al término de la celebración, el Papa entregó un mensaje por el centenario del genocidio.
Al margen de asegurar su cercanía en la ceremonia de conmemoración que tendrá lugar en Armenia el 24 de abril próximo, llamó al "camino de reconciliación entre el pueblo armenio y el turco" y para que haya paz también en el Nagorno Karabagh, república independiente en disputa entre Armenia y Azerbaiján.

"La Nación", 13 de abril de 2015

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